

Ya sé que no son exactamente iguales, pero hay algo en ellas que hace que me recuerden la una a la otra. Es más, hablando con el autor de la primera, el gran maestro Emilio Saenz, me dijo que no conocía la imagen dibujada por San Juan de la Cruz. De cualquier modo me parece que en ambas hay una profunda mirada teológica. Y por estos avatares me han recordado a un fragmento del gran poema de Unamuno “El Cristo de Velázquez”:
Es como el alba
tu cuerpo ; como el alba al despojarse
del negro manto de la noche, en rollo
a sus pies desprendido . Con tus brazos
alargados en gesto dadivoso
de desnudar tu cuerpo y de ofrecerlo
a cuantos sufren del amor hostigo,
descorres la cortina de tinieblas
del terrible recinto del secreto
que a la casta de Adán le acongojaba
mientras ansiosa consumía siglos ;
con tus abiertos brazos la negrura
del abismo de Dios, tu Padre, rasgas
y echándolo hacia atrás, de tu cruz cuelgas
el negro manto en que embozado estabas
dándotenos desnudo . Sacudido
muriendo Tú, rasgóse de alto a bajo
del templo el velo cárdeno, las tumbas
abriéronse y los santos que dormían
se irguieron para ver tu cuerpo blanco
que en desnudez al Padre retrataba
desnudo . Destapaste a nuestros ojos
la humanidad de Dios; con tus dos
desabrochando el manto del misterio
nos revelaste la divina esencia,
la humanidad de Dios, la que del hombre
descubre lo divino . De tu cuerpo
sobre el santo recinto, iglesia, vamos
Hechos,en Dios, tu Padre, a ser, vivir, movernos
de abolengo divino hermanos tuyos .
Y envuelves las tinieblas, abarcando
tenebrosas entrañas en el coto
de tu cuerpo, troquel de nuestra raza,
¡porque es tu blanco cuerpo manto lúcido
de la divina inmensa oscuridad!
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